Safe Creative #1211242727382

viernes, 4 de diciembre de 2015

SOFISTAS CRIOLLOS

Tal parece que los sofistas en su más perversa versión, no la de aquellos sabios que se dedicaban a la enseñanza del sentido de las palabras en la Antigua Grecia, considerados expertos en el uso, para bien, de la retórica y de la dialéctica,  son de los que todavía uno se encuentra hoy en Colombia en los opinaderos que de moda se han puesto gracias a la aparición de las redes sociales. Para nada, los sofistas de hoy, que por aquello de que conozco a varios, los denomino criollos, son de los que, volviendo a la Antigua Grecia, empezaron a arrogarse capacidades para la enseñanza de virtudes, habiendo sectores, que ante esta actitud tan sobradora, los empezaron a señalar como unos mentirosos, que haciendo uso de la retórica y de la dialéctica, para mal, engañaban a las personas.
Para tal muestra, está el "raca-raca", la muletilla, el lugar común, el dicho de personas, que con memes y toda suerte de publicidad, uno se topa en estas redes diciendo, tajantemente, como si tuvieran o hubiesen tenido en sus manos, ante sus ojos u oídos, al menos una fuente cierta, de alta credibilidad que lo hubiese dicho, que Álvaro Uribe Vélez y su familia, son los dueños de Saludcoop; y ahora que la están liquidando, un gobierno hostil al uribismo como es el de Santos, dicen, que pasar los afiliados a Cafesalud, decisión de ese mismo gobierno averso al expresidente, es trasladar el negocio de un bolsillo al otro del hoy senador. Eso no es cierto. Yo nunca he oído, visto o leído a ninguna de esas empresas de medios escritas, radiales, y televisivas, mejor dicho, todo ese holding de medios anti-Uribe, asegurando que esa familia es dueña de esas dos EPS. Incluso, le he hecho seguimiento al actor intelectual y material del descubrimiento de la podredumbre de esa empresa, el Senador Jorge Robledo, y nunca lo he escuchado aseverar esa circunstancia.
Y otra falacia que los sofistas de patio vienen, sin parar en mientes, sosteniendo, es que la Ley 100 de 1993 es hechura y culpa de Álvaro Uribe; debo aclarar, que para esta ocasión ni sofistas podría llamárseles, porque, primero, lo que si evidencian es ignorancia supina en cuanto al trámite de una ley de la república, y una con la complejidad de esta, que aunque es ordinaria, como cambian los tiempos, siempre debió ser estatutaria; y segundo, que es de verdaderos legos creer, y de mala leche hacer creer, que un sólo hombre pueda ser su autor, sea para alabarlo, tanto como para condenarlo, de una ley, que para su tiempo, fue una completa revolución. La historia no se puede ignorar y mucho menos  acomodar, parapetando sus sesgos políticos, o apolíticos, da igual, tras esa misma ignorancia, para esputar los virulentos y biliosos insultos que contra ese señor lanzan,  y difuminar sus odios y ojerizas personales contra cualquiera, no que ose aplaudirlo (a Uribe) sino que apenas no los siga (a ellos) en la malquerencia y malas venturas que al ex presidente le desean. Una ley ordinaria, por su trámite (por lo compleja debieron ser más) como la Ley 100 del 1993, se tramita en cuatro debates (debate, según la RAE significa: controversia, discusión); uno en cada una de las respectivas comisiones constitucionales permanentes del sector de ambas cámaras; y uno en cada una de las plenarias de las mismas. Luego de conciliada (otro filtro), al final, para que se convierta en ley de la república, debe ser sancionada, firmada por el presidente y publicada en el diario oficial. Las leyes en sus prolegómenos, puede tener indistintos orígenes, pero esta precisamente, tuvo origen gubernamental; fue el gobierno de la época, en cabeza de César Gaviria, el que radicó el proyecto en la cámara alta, obviamente para que se convirtiera en ley; tan fue así, que Gaviria invitó a ser su Ministro del Trabajo a Luis Fernando Ramírez, quien venía de ser Viceministro de Hacienda de Virgilio Barco, para que liderara el tema de esa reforma, y no contento con eso, Gaviria, también con esa misma misión, nombró Miinistro de Salud al extinto Juan Luis Londoño; de dos ministros se aperó el gobierno Gaviria para liderar lo que para él era su gran reforma. Repartido el proyecto, recayó en varios senadores ponentes de los que recuerdo a Fabio Valencia Cossio, Jaime Árias y Álvaro Uribe. Desde esas épocas, son 102 senadores, que tanto en comisión como en plenarias, los 99 restantes, han podido derrotar a estos tres "malandrines"; y ni qué decir de los 166 representantes a la cámara, exceptuando a los ponentes, para hacer lo propio.
Y la tapa del pomo de nuestros sofistas domésticos, tiene que ver con la postura de juez que adoptan, y como cualquier organismo de cierre de nuestra justicia, no tienen el menor empacho para condenar a unos y hacerse los pendejos con otros. Influenciados por "voces independientes" e "hitos de la moral" (la de la mata de mora) y ya preñados de información obtenida de tribunales mediáticos (Semana, El Tiempo, El Espectador, Caracol, etc.) -que quién lo creyera, sus dueños, son la antítesis de su clase y su reclamo- cuando le conviene a su sesgo ideológico, salen a tildar de asesino, de genocida y toda suerte de improperios, al mismo hombre, a Álvaro Uribe,  quien, que se sepa, no ha sido vencido en juicio por los crímenes que esta gente le impone su baldón, y que cuya sentencia haya hecho tránsito a cosa juzgada. No hay una sola sentencia condenatoria, ni disciplinaria, al menos,  en contra de este señor; y no creo que precisamante sea porque a nuestro poder judicial, venal, politizado y retaliatorio, y a la Comisión de Acusaciones dela Cámara, manejada a placer por el gobierno Santos, manifiestamente hostil a él, les hagan falta ganas de encanastarlo.   En cambio, ya casi sin disimular, pues cada día que pasa les va pareciendo menos políticamente incorrecto,  porque Dios no quiera, en un hipotético caso las farc lograran el poder, saltarían, ya sin vergüenza, en una patica, nada dicen del ese sí extenso, nutrido y surtido prontuario de sus hasta ahora vergonzantemente amados terroristas, los peores criminales que en el mundo actual existen, más sanguinarios incluso, que el Daesh, al qaeda y boko haram juntos.
Al secretariado de las farc, no le alcanzaría ni esta vida ni más de tres reencarnaciones para cumplir las 56 sentencias en las que los jueces los han condenado a 1629 años de cárcel.
Iván márquez, 60 años. 23 sentencias condenatorias que ya hicieron tránsito a cosa juzgada. 760 años de prisión suman sus condenas.
Timochenko, 56 años. Condenado, en sentencias que ya hicieron tránsito a cosa juzgada, a 452 años de cárcel.
Joaquín Gómez, 60 años. Condenado, en sentencias que ya hicieron tránsito a cosa juzgada, a 333 años de cárcel.
Pablo Catatumbo, 62 años. Condenado, en sentencias que ya hicieron tránsito a cosa juzgada, a 84 años de cárcel.
Estas sentencias, que son al menos las de público conocimiento, involucran en conjunto 184 asesinatos, 129 heridos, 198 secuestros, más de 827.000 millones en multas, y estos son los pequeñísimos olvidos de nuestros sofistas de orilla a la hora de insultar como asesino o genocida a alguien.
La actitud de nuestros sofistas criollos los lleva al delirio de querer lustrar, lavar el rostro de esos sí asesinos y secuestradores de cientos de colombianos y extranjeros que nos visitan o que aquí trabajan, nada diciendo de ellos y sus crímenes, pretendiendo soslayar que son 16 siglos de cárcel los que sus queridos, por sus delitos, ya cargan a cuestas.
Obiter dictum
El término sofista procede del vocablo griego sophía (sabiduría) y sophos (sabio). Después de una historia larga, dicen que fue Píndaro el que empieza a darle un cariz despectivo al término sophos degradándolo a charlatán. De esta manera, comenzó a calificarse como sofistas a quienes apelaban a los sofisma para desarrollar sus razonamientos y convencer a los demás. Un sofisma es una falacia, algo que en apariencia, se presenta como válido, aunque en realidad resulta falso.

Henry Cabezas Díaz