Santiago de Cali, 23 de junio de 2012
Señor
Barack Hussein
Obama II
Presidente de
Estados Unidos de América
Washington D.C.
Distinguido Presidente
Permítame contar mi historia, la historia de un hombre
negro, humilde, respetuoso pero rebelde,
que apostándole al futuro, al de él y al de sus coterráneos, se arriesgó
a la ingrata pero honrosa tarea de acometer la empresa que en últimas es la que
le permite a los que nacimos sin apellidos ilustres y linajes que ostentar, dar
la pelea ideológica, y si se quiere,
porqué no, de raza y de clase, en uno de los países donde convergen las más
desiguales condiciones sociales que el mundo moderno tolere: Hago Política en Colombia Señor Presidente.
O hacía, porque en la más ignominiosa e inmisericorde
persecución judicial y mediática que sobre ser humano se haya cernido en este
país, ni siquiera digna de un animal, de la cual cayeron víctimas mi madre y mi
esposa, fui condenado por una justicia, que aún respetando sus decisiones como
es mi costumbre, debo decir que se entregó impúdicamente a quienes sintiéndose
huérfanos del poder regional en el Valle
del Cauca movieron sin la menor vergüenza sus perversas influencias para que
sin prueba alguna, en un remedo de juicio, plagado de dudas en cuanto a la certeza
de los delitos que me endilgaban y una colosal montaña de testimonios que los
desvirtuaban, truncaran mi carrera política.
Y no obstante la afrentosa condena, que cumplo con los
presupuestos que la justicia impone, cuando un juez de la república me otorga
la libertad, en cuestión de horas la fiscalía de mi país, obedeciendo al
interés del gobierno del presidente Juan Manuel Santos en contubernio con la
clase blanca y oligárquica del Departamento del Valle, atendiendo a la versión
de un delincuente que ya fue condenado por extorsionar a otros políticos
amenazándolos con montarles falsas acusaciones iguales a las que hoy me hace,
en una aberrante decisión judicial me libra orden de captura nada más como una
estratagema efectista para sacarme del departamento, habida cuenta que al
momento que estas letras escribo estamos a tres días de unas elecciones
adicionales para elegir Gobernador del Valle, consecuencia también del raponazo
de que fue objeto Héctor Fabio Useche, candidato de las clases populares a la
que pertenezco, en las elecciones anteriores; ganadas por éste en franca lid
pero nunca toleradas por estos sectores blancos, clasistas y racistas de la
región.
Y a punto de terminar este escrito, como para
asegurarse que la candidatura, insisto, la de las clases populares, nunca fuera
ganadora en estas elecciones, a un equipo de trabajo que justamente se
implementó para no ser objeto de fraude dado el inmenso afán de esas élites de
quedarse con la gobernación del Valle del Cauca a como diera lugar, en una de
sus mayores y perversas virtudes, la de los FALSOS POSITIVOS, el presidente
Santos arremetió con todo el poder judicial, policivo y mediático para hacer
ver el trabajo de un equipo de blindaje electoral como un intento de fraude,
circunstancia desvirtuada hasta la saciedad por el Registrador Nacional del
Estado Civil Carlos Ariel Sánchez y sus asesores, en el sentido de aseverar,
rotundamente, que la actividad que iba a
desarrollar este equipo electoral resultaría inocua y anodina ante pretensiones
de hacer fraude en esta elecciones, como las que el gobierno racista y clasista
del presidente Santos y los medios ídem de este país pretenden hacerle creer a
la población.
No me quejo, ni mi escrito pretende ser lastimero
Señor Presidente, siempre supe que la empresa que acometía tiene tanto de
altruista como de mal vista y desagradecida por los que castradas sus mentes
por el establecimiento sólo atinan a
hablar de lo podrida que es la política no entendiendo que su actitud solo
cohonesta el mensaje vedado que estas élites envían para mantener en los
espíritus y ánimos la figura del statu
quo, la del que todo está bien.
Pero todo no está bien Señor Presidente, ni siquiera
cerca de estarlo; según la doctrina Aristotélica, que dice, entre otras cosas,
que la sociedad se divide entre hombres libres y esclavos, yo debería continuar
en los manglares y bajamares de mi
recóndito y majestuoso Océano Pacífico, al lado de la espesura verde y feraz
que encanta y ensueña, pero con lo necesariamente básico insatisfecho; pero no
Señor Presidente, dado que la idea de tener acueducto y alcantarillado, proporcionarles
a nuestras comunidades saneamiento básico, hablar de vías en donde yo nací, es ni más ni menos que una entelequia, una
ilusoria quimera, producto del desdén con que todos los gobiernos, desde que
tengo memoria, nos miran, y que el sólo mencionar agua potable es igual a
cuando nuestro nobel refiere a Aureliano Buendía el viaje con su padre a
conocer el hielo en Cien Años de Soledad, eso, Señor Presidente, fue lo que me
alentó a lanzar el grito del NO MÁS; a retirar de una buena vez el atávico
criterio que enquistan en nuestras mentes las élites caducas que orientan la
educación en mi país y decidí,
contrario sensu, hacer POLÍTICA. Y con ello, la firme decisión de que si hemos
de seguir cargando ladrillos que sean los de nuestras propias casas y que
si hemos de cambiar llantas, que sean
las de nuestros propios carros. Y ahí fue Troya Señor Presidente, cuando unos
señoritos con conductas melífluas y de cuello perfumado, con inocultables ínfulas
de señor feudal para hacer política, vieron perdidos sus protagonismos en la
toma de decisiones respecto de la cosa pública en esta región, y sus padres las
pingües ganancias que ello les auguraba, y al verse sustraídos por sus
recurrentes pérdidas y reveses en las urnas, cogieron como costumbre acudir en
plañidera y lloriqueante actitud donde sus pares, los ricos, las élites,
blancos y encastados dueños de medios para que desde sus tribunales mediáticos traten
de eclipsar iniciativas y aspiraciones populares justas, merecidas, legal y
constitucionalmente permitidas de los que nacimos con lo básico.
Pero sin jactancias le digo Señor Presidente, que mi
gesta sigue viva en el alma y en el espíritu de hombres y mujeres, que independientemente de
su color de piel, credo o condición, hoy, exultantes, acometen la digna empresa
de enfrentar sin miedo la innoble tarea de la oligarquía rancia y caduca de
pretender enlodar, a como dé lugar, no sólo a mí, si no al que se atreva a
emularme, que no es nada diferente a pretender poner talanqueras a las
expresiones populares humildes y sin apellidos ilustres.
Esta misiva no tiene interés diferente Señor
Presidente que el de solicitarle de manera respetuosa que historias de reivindicación
de raza y de clase como la mía, que han sido vituperadas y perseguidas sin
misericordia, hagan que usted vuelque
sus ilustres ojos hacia esa Colombia negra y humilde que lo aprecia, lo admira
y lo respeta .
Las descalificaciones y cortapisas que a nuestras
gentes, logros y aspiraciones ponen esas
élites, son en Colombia de regular ocurrencia Señor Presidente, es
infinitamente fácil ver la superlativa animadversión por nosotros, por nuestra
raza, por nuestra clase, cuando brillan
por su ausencia en los puestos de relieve nacional, no por falta de méritos, hombres
y mujeres de nuestro estrato, de nuestra clase y con más veras de nuestra raza.
Ayúdenos Señor Presidente, ponga sus ojos en esa otra
Colombia, la clasista, la racista y que logremos repetir orgullosos ese epítome
suyo en las primarias de New Hampshire que terminó de erigirlo como ese monumento a la reivindicación: ¡YES
WE CAN¡
Gracias Señor
Presidente, de usted,-
Juan Carlos
Martínez Sinisterra
ExSenador de la
República de Colombia
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