TIERRA CELOSA

Como cada dos fines de semana, coger aparejos para actividades submarinas, visores, aletas, alentaban el espíritu costeño de Henjha y su hermano; sumergiéndose en las plácidas y azules aguas caribeñas emparentaban sus almas con el feraz mundo marino; éste, cada día más ignoto y seductor, recibió las anfibias aptitudes de los buzos, acogiéndolos amable entre pargos, jureles y medusas, de pronto, el azul cambiose a gris, lo líquido tornose espeso, ¡una fiera supusieron¡ pero no, en medio de tanta agua, furiosa creo, era la tierra, era ella que temblaba, quizá censurando lo que creía era un romance antinatura.

Henry Cabezas Díaz
Concurso Cadena Ser España
Microrelatos en cadena 100 palabras