Una de las grandes ocasionadoras de los problemas de Colombia, sino la más grande, y que ha hecho que ya varias voces de algún relieve lo reputen como el país campeón de las desigualdades, es la costumbre inveterada que tienen, digamos, un porcentaje pequeño de la población con algo de cultura y/o dinero, pero igual de comedores de mierda, de mirar por encima del hombro y con desdén a un gran porcentaje menos culto y empobrecido, pero no por eso menos digno; les adjetivan, critican e insultan, como si fueran de mejor familia y linaje, entre otras cosas, por sus gustos, en este caso por ser devotos de la excelente producción musical del Maestro Jairo Varela, QEPD. Arribismo bananero craso, nada más. Pero claro, como esa conducta y dicho es en sociedad politicamente incorrecta sostenerla, cuando alguien la advierte, censura y acusa, éstos la minimizan, la diluyen, la embarajan, incluso la niegan sin pudor; que en Colombia no hay racismo, que no hay clasismo, que patatín patatán; toda una farsa y doble moral que inexorablemente desencadena en resentimiento por parte de los que se consideran menos favorecidos, así algunas voces digan que no es suficiente razón; que fuera mejor que no sucediese, vale, pero es una de nuestras realidades.
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